© Mario Izquierdo
Desertificación no es simplemente el proceso de la degradación terrestre o deterioro de las condiciones ecológicas naturales en cualquier región o país. Desertificación, se define específicamente como la acción del hombre, que puede producir condiciones desérticas en las áreas afectadas. Esto es sólo posible en regiones localizadas en zonas climáticas que se caracterizan por un grado definido de aridez climática. En Europa, es sólo este el caso de países con un clima mediterráneo y sequía estival.
Según la Conferencia de Nairobi -celebrada a principios del mes de septiembre del año 1.977- la desertificación se define como "la disminución o destrucción del potencial biológico de la tierra, lo que puede desembocar en condiciones de tipo desértico". La desertificación procede de unas condiciones de aridez y escasez de precipitaciones junto con la intervención humana.
Como ya se ha indicado, una región está calificada como desértica si las precipitaciones no sobrepasan los 250 mm. anuales. A grandes rasgos, estas regiones se caracterizan por su dureza climática, con unas temperaturas muy elavdas durante el día, y muy bajas durante la noche.
Los desiertos más extensos se encuentran en el Africa Ecuatorial y en Asia. Por estos dos continentes se extiende una franja que cominza en el Atlántico, continúa formando un arco con su lado cóncavo hacia el norte, alcanzado el límite este de Asia Central. Esta franja está compuesta, comenzando por Africa:
En Asia nos encontramos la Arabia Pétrea, con la península del Sinaí, extendiéndose hacia el sur. Hacia el norte aparece el desierto de Siria; y más allá del Golfo Pérsico y de las mesetas de Irán occidental, la meseta desértica de Irán, que se extiende desde el Mar Caspio al Océano Indico, comprendiendo varios desiertos salinos. Al otro lado del Indo, el desierto de Sind (Thar o Thurr); al norte de Irán, aparecen los desiertos arenosos de Turán, que desde el Mar Caspio llegan por el este hasta las montañas del Truquestan, y pasando éste, el desierto de Gobi, en parte arenoso y en parte rocoso.
En América, además de las pampas y llanos, que deben ser consideradas como estepas, existen también verdaderos desiertos. En América del sur el desierto de Atacama y las mesetas arenosas, onduladas y desprovistas de vegetación, en Matto Grosso y además los Certaos.
En América del Norte, aparecen la extensa cuenca del Gran Lago Salado en Utah, y el desierto del Colorado.
En el interior del continente australiano, existen, además de estepas, verdaderos desiertos secos.
En Europa, en cambio, si bien tiene estepas, como en el sur de Rumanía y Hungría, carece de desiertos propiamente dichos. En la Península Ibérica, como se verá más tarde, existen zonas con signos de desertificación, tal es el caso del área de Almería.
La escasez de precipitaciones explica la pobreza del tapiz vegetal de los desiertos. Las regiones semiáridas tienen estepas relativamente densas, pero poco a poco la superficie desnuda va ocupando mayores extensiones, al mismo tiempo que se va produciendo un empobrecimiento en especies vegetales, sólo persisten las que son capaces de vivir en un medio hóstil, las especies xerófilas. Estas especies hacen frente a la sequedad de diferentes maneras:
La vida animal en las áreas desérticas es también difícil. Para resistir estas condiciones tan duras, los organismos poseen ciertos mecanismos de adaptación:
Por citar de forma muy general a algunos de los grupos más conocidos, están el camello (Asia), el dromedario (Africa), también reptiles como lagartos y serpientes, estas últimas casi todas venenosas. También existen roedores, escorpiones e insectos. En áreas donde la vegetación es algo más rica, viven antílopes, gacelas, hienas y algunas aves nocturnas, diurnas y corredoras.
© Mario Izquierdo, 2024 | Aviso legal | Política de Privacidad