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Un fósil de trilobites del Ordovícico, gracias a la buena conservación de su estómago, puede aportar pistas sobre la dieta de estos artrópodos

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El recién descubierto fósil de Bohemolichas incola, una especie de trilobites que vivió durante el período Ordovícico, proporciona hasta la fecha la fuente de información más detallada sobre la dieta y el modo de alimentación de los trilobites. Bohemolichas incola parece que se alimentaba indiscriminadamente de pequeños invertebrados bentónicos con concha, muy probablemente como carroñero más que como cazador activo.

Bohemolichas incola
Ilustración de Bohemolichas alimentándose sobre el fondo marino, momentos antes de ser engullido, enterrado y preservado por un flujo de lodo submarino. Jiri Svoboda

Hace aproximadamente 465 millones de años, un artrópodo hoy día extinto, un trilobites, se desplazaba por una plataforma mariana en lo que hoy es la República Checa. Después de su muerte, fosilizó y quedó preservado el abundante contenido de su aparato digestivo. Un equipo de paleontólogos está utilizando estos restos fosilizados para aprender más sobre los hábitos alimenticios y el estilo de vida de estos artrópodos relativamente comunes. Los hallazgos se detallan en un estudio publicado el 27 de septiembre en la revista Nature.

Más de 20,000 especies de trilobites vivieron durante el período que va desde principios del Cámbrico hasta finales del Pérmico (desaparecieron junto con otras muchas especies en la gran extinción del Pérmico), aproximadamente entre 541 y 252 millones de años atrás. Aun siendo uno de los fósiles más comunes de esta época, los paleontólogos no saben mucho sobre sus hábitos alimenticios ya que el contenido intestinal generalmente desaparece con el tiempo, y hasta hace poco no se conocían especímenes fósiles con el contenido intestinal intacto.

En el estudio, un equipo de instituciones en Suecia y la República Checa examinó un espécimen fósil de Bohemolichas incola, descubierto por primera vez cerca de Praga hace más de 100 años. El ejemplar data del Ordovício, aprox. 465 m.a. y procedía de la Formación Šárka. De la Cuenca de Praga. Petr Kraft, coautor del estudio y paleontólogo de la Universidad Carolina en Praga, había sospechado durante mucho tiempo que este espécimen podría tener el intestino lleno de comida intacta, pero no tenía una técnica adecuada para examinarlo. Los coautores del estudio y paleontólogos Valéria Vaskaninova y Per Ahlberg de la Universidad de Uppsala en Suecia sugirieron usar un sincrotrón en una de sus sesiones de escaneo de fósiles. Esta máquina es un gran acelerador de electrones que produce rayos X potentes pareceidos a láseres para tomar escaneos de alta resolución del fósil.

"Los resultados fueron fantásticos, mostrando todo el contenido intestinal en detalle para que pudiéramos identificar qué había estado comiendo el trilobites", dijo Ahlberg a PopSci. "Restos de ostrácodos (pequeños crustáceos con concha, aún presentes hoy en día), hiolitos (animales extintos en forma de cono de afinidades inciertas) y estilóforos (equinodermos extintos que parecen pequeñas guitarras eléctricas blindadas). Todos estos son tipos de animales que vivían en su entorno".

El equipo cree que Bohemolichas incola era probablemente un carroñero oportunista. También era potencialmente un triturador ligero y un comedor casual, lo que significa que comía tanto animales muertos como vivos, los cuales se desintegraban fácilmente o eran lo suficientemente pequeños como para ser tragados enteros. Sin embargo, después de que este ejemplar de Bohemolichas incola muriera, el ciclo de la vida continuó y el carroñero se convirtió en carroña. Se encontraron trazas de huellas verticales de otros carroñeros en el espécimen. Estas criaturas desconocidas se enterraron en el cadáver del trilobites y atacaron su tejido blando, pero evitaron su intestino. Evitar el intestino implica que había algunas condiciones nocivas dentro del sistema digestivo de Bohemolichas incola y potencialmente actividad enzimática en curso.

Bohemolichas incola
Bohemolichas incola. Imagen creditos: Kraft et al., doi: 10.1038/s41586-023-06567-7.

"Fuimos capaces de sacar conclusiones sobre el ambiente químico dentro del intestino del trilobites vivo. Los fragmentos de concha en el intestino no han sido erosionados por los ácidos estomacales, y esto muestra que el pH del intestino debe haber sido casi neutro, similar a la condición en los cangrejos y cangrejos herradura modernos", dice Ahlberg. "Esto puede ser de hecho una característica compartida muy antigua de los trilobites y estos artrópodos modernos".

Futuros estudios sobre trilobites podrían usar técnicas similares para buscar más contenidos intestinales. Dado que este grupo es muy diverso, no se puede asumir que esta especie en particular sea representativa de los hábitos alimenticios de todos.

"Este proyecto muestra cómo la tecnología de vanguardia puede unirse con especímenes de museos muy antiguos. El trilobites fue recolectado en 1908, y ha estado en un museo desde entonces, pero es solo ahora que tenemos la tecnología para desbloquear sus secretos", dice Ahlberg. "Esto ilustra no solo el rápido progreso tecnológico de nuestro tiempo, sino también la importancia de las colecciones de museos bien mantenidas".

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